1. El nivel del personaje:
La mayoría de las veces que nos relacionamos estamos intentando conseguir algo, pretendemos presentarnos de una manera concreta, siempre que buscamos o pretendemos estamos intentando alcanzar el yo ideal, dicho de otra manera, nos han tocado el yo idea.
Normalmente las relaciones tal y como las vivimos en la actualidad, son muy proyectivas; es decir, nos buscamos a través del otro y vemos en el otro nuestras deficiencias, nuestras cualidades no asumidas; en lugar de ver la realidad del otro, estoy viendo mi proyección en él. Por eso, el otro es un espejo de mi mismo, el primer paso en las relaciones es que uno se dé cuenta de que no está con el otro, sino consigo mismo; que uno sea capaz de asumir su propia sombra proyectada, sus propios deseos no vividos.
Aprovechemos la relación con los demás para descubrir todo lo que proyectamos en ellos, para abrir el camino hacia una relación viva y experiencial.
2. El nivel de la experiencia:
En algunos casos o circunstancias nos relacionamos desde la experiencia. Son momentos en los que <estamos de verdad>, en los que compartir es genuino y auténtico.
Ejemplo: Cocinar junto a tu amigo o pareja, pero sin hablar, solo están.
Hay una energía en común y tenemos toda la atención puesta en aquello que estamos haciendo. Vivimos algo verdadero, y eso es lo que nos da oxígeno. Gracias a los espacios de relación, desde la experiencia descansamos y abandonamos la postura de querer <quedar bien>, que es juicio tan propio del personaje.
Desde la experiencia afinamos mucho lo que decimos, nos esforzamos por entendernos, abandonamos la dinámica de enjuiciar al otro nos centramos en ver y entender lo que nos une.
3. En el nivel del fondo:
Cuando nos relacionamos desde el fondo, son momentos de comunión que todos hemos experimentado: con un amigo, con un hijo, con todo tipo de personas, en ocasiones incluso con alguien que apenas conoces.
Lo que caracteriza los momentos de comunión es que son instantes en los que ocurre el silencio; en los que no hay necesidad de hablar ni realizar ninguna actividad en particular, simplemente estás con el otro y estás de verdad. Es muy diferente a estar callado. En las relaciones de largo recorrido muchas veces las personas parecen compartir el silencio, pero en realidad no es así. Aunque no hablen cada una esta dándole vueltas a su cabeza, a su mundo particular. No están compartiendo un silencio activo, es decir, un silencio que se produce cuando estás presente y eres consciente de ello.
Dicha presencia es algo mágico, porque es la que nos va ayudar a descubrir el valor del silencio y a compartirlo con el otro, todas las relaciones deberían estar sustentadas en este principio, en el silencio que somos, y en compartir lo que surge de él: la energía, la luz y el amor/felicidad.
Love,
Plenah.